Aquel eslogan que rezaba “la tierra de lo posible”, utilizado por Henrique Salas Römer en la campaña presidencial en la que se midió contra Hugo Chávez a finales de la década de los 90 hoy vuelve a cobrar sentido en Venezuela, y es que definitivamente en materia de destrucción del poder adquisitivo de los venezolanos cualquier cosa que pueda sonar inimaginable es realmente palpable a medida que la crisis económica avanza.
Pedro Eduardo Leal / Venezuela al Día
Por años, venezolanos hicieron sacrificios inenarrables para adquirir bienes en medio de la dolarización progresiva e implícita de la economía venezolana. Su anhelo, contar con propiedades que le permitieran tener una vejez rentable o que a la hora de sumarse a los más de cuatro millones de venezolanos que han decidido estar del otro lado de nuestras fronteras, pudieran emigrar con un piso financiero que le permitiera arrancar de cero.
Si bien es cierto que en cualquier economía sólida los activos se devalúan a medida que se desgasta su vida útil, en Venezuela –producto del aumento de la demanda y ante la poca oferta en los diversos mercados– se hizo costumbre “engordar” propiedades, entiéndase comprarlas y esperar que se revalorizaran para venderlas.
Víctima de este nuevo fenómeno resultó la pareja Hernández García, padres de familias que hace dos años se aventuraron a hacerse de dos apartamentos en un edificio recién construido en la ciudad de Guatire, estado Miranda, valorados cada uno en $25.000. Un año más tarde, según narra Martina García de Hernández, se vieron obligados a salir de uno de ellos vendiéndolo al mismo precio de la compra, hoy intentan vender el segundo, resignados a que no podrán obtener más de 15.000 dólares.
En el caso de Bryan Acosta, joven de 25 años, una experiencia similar le ocurrió con su vehículo. Explica que se hizo de una caminoneta Honda Oddissey hace 4 meses por la que pagó $5000. Ahora, cuando producto de un intento de secuestro ha decidido irse a probar suerte a otro país y la ha puesto en venta no encuentra quien le de más de $ 3500. “Son muchos bolívares”, revela que atinan a decirle los posibles compradores.
Este tema también arropa a quienes se ocupan de comercializar equipos tecnológicos. Ernesto Blanco, quien se dedica a la compra y venta de celulares y otros dispositivos de alta tecnología recalca que un teléfono móvil de última generación que en septiembre vendía en $300, al cambio, hoy nadie lo compra por más de 180 dólares.
¿Qué opinan los expertos?
Foto: Pedro Leal.
Se trata de un principio básico de la economía y es que al caer la demanda de los productos disminuye el precio de la oferta. El economista y diputado a la Asamblea Nacional, Ángel Alvarado asegura que hay actualmente en Venezuela mucha oferta, gente que se quiere deshacer de propiedades por lo que, según agrega, hay caída hasta de 50% en el valor de los bienes.
El experto atribuye este afecto a la contracción económica registrada en los últimos años en Venezuela.
En este aspecto, puntualiza el también analista financiero Jesús Casique que los venezolanos dejaron de analizar el precio del paralelo ante el desespero por desprenderse de sus activos, bien sea o para irse del país o para obtener bolívares y así cubrir necesidades básicas.
“Multiplicar el equivalente en bolívares de un propiedad adquirida en $25.000 nadie se lo va a pagar y es que el paralelo se ha disparado a una proporción que no aplica para la compra venta de inmuebles por su volatilidad”, añade Casique.
Nadie, subraya, va a pagar $25.000 en Venezuela, con la situación de inseguridad que atraviesa el país, y muchos menos en bolívares, porque es difícil que alguien tenga hoy día tantos bolívares en el país. De esta manera, el especialista, justifica la cantidad de arbitrajes o remates que se ven hoy en el país.