De Aníbal Gómez el 16-11-2015,
Crear o morir es el título que Andrés Oppenheimer puso en su último libro editado en Colombia en 2014 y que recién está impreso en Venezuela. Cambiar o Morir es otro libro escrito por Alan Deutschman y publicado en 2008 por el grupo editorial Bogotá del cual hice un comentario en mi blog (http://www.incaval.com.ve/detalle_blog.php?id=9). Ambos títulos tienen el objetivo de alertarnos sobre las consecuencias de cerrar nuestras mentes al cambio.
Si no cambiamos nuestro comportamiento, moriremos, porque un alto porcentaje de nuestras enfermedades son adquiridas y no genéticas. Si no innovamos en el diseño, invención, desarrollo e implementación de productos, servicios, sistemas o modelos de negocios, nuestra empresa morirá.
Según coinciden la mayoría de los científicos, en la próxima década veremos inventos tecnológicos más revolucionarios que todo los que ha producido la humanidad desde la invención de la rueda, alrededor del año 3500. A.C
¿De qué estamos hablando? de una impresora 3D casera que permitirá la manufactura personalizada de casi cualquier objeto, como zapatos, ropas, parte de automóviles, vajillas, joyas, juguetes y órganos del cuerpo humano para trasplante; o cualquier otro objeto, con lo que esta impresora puede amenazar con aniquilar la producción industrial. Surge la pregunta ¿Cómo se preparan nuestros industriales para ese momento cuyo proceso está en marcha? ¿Seguirá siendo Valencia la ciudad industrial de Venezuela? ¿De cuál industria?
Muchos vaticinan que el nuevo mantra de la industria manufacturera será “vender diseños,… y no el producto. Ósea, vamos a comprar el diseño de lo que necesitamos y si no tenemos una impresora en casa, lo mandamos hacer en una tienda de 3D en cualquier centro comercial.
¡Atención Cámara de Industriales!, reinventarse o morir. ¿Qué haremos los inmobiliarios con los galpones de aquellas industrias que no sean capaces de renovarse?
Los drones (aviones no tripulados) obligan a cambiar a empresas como Fedex, MRW o Zoom. Pronto tendremos auto sin conductor, que eliminaran a las taxistas, pero reducirá los accidentes de tránsito en un 90%.
“En todos los objetos que nos rodean, incluso la ropa tendremos microchips que estarán conectados entre sí que podremos manipular a distancia a través de nuestros teléfonos con un sistema llamado internet de las cosas”
La medicina será digitalizada y personalizada. Los médicos serán supervisores de los programas de computación que harán los diagnósticos y prescribirán los medicamentos, con base en los resultado acumulados de millones de pacientes que fueron tratados por la misma dolencia.
“La Escuela al Revés” está proliferando tras descubrir que los niños aprenden más si pueden estudiar solo mirando videos en sus tablas, que pueden detener y luego rebobinar cuando topan con algo que no entienden y luego realizar la tarea en la escuela con la ayuda de sus profesores.
Nótese que en este breve vistazo sobre el libro “Crear o morir” de Andrés Oppenheimer se habla de un futuro cercano que ya está aquí. Todo lo que cambiara nuestras vidas, es producto del conocimiento, la creatividad y la tecnología. “Los países más exitosos no son lo que tienen más petróleo, cobre, soja, sino los que se desarrollen las mejores mentes y sean capaces de exportar productos con valores agregados”. Para ello requerimos innovación. Que según vimos antes es fácil de definir pero implementarlo es otra cosa.
Primero debemos crear una cultura de innovación que estimule y glorifique la creatividad, la palabra “cultura” viene de“cultivar” y cultivar es cuidar, regar, proteger. Es eliminar la cultura del fracaso, y el temor de equivocarse.
Nuestro sistema educativo está dirigido a no cometer errores, se condena o es motivo de burla el que se equivoca; pero la realidad es que ninguna de las cosas que nos rodean y hacen amable nuestra vida se lograron sin una secuencia de errores.
Lo cierto es que en Latinoamérica somos poco creativos, Oppenheimer nos muestra una estadística tomada de un estudio de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) donde se muestra que mientras en Corea del Sur con solo 50 millones de habitantes registran anualmente 12.400 solicitudes de patentes internacionales, y en América Latina y el Caribe juntos con más de 388 millones de habitantes solo registran anualmente 1.200 patentes (Venezuela ocupa el último lugar en América y el Caribe con una patente anual).
Si nos reducimos al círculo micro de la construcción y comercialización inmobiliaria, el paisaje es más desolador: Desde el diseño arquitectónico y urbanístico pasando por los procesos constructivos y utilización de tecnología domótica o ecológica, entrando luego a la comercialización y financiamiento, encontramos que en los últimos 50 años nada ha cambiado en nuestro entorno inmobiliario.
Estamos construyendo igual que en la década del 70, comercializando igual y utilizando los mismos sistemas financieros.
Podemos decir como excusa que en los últimos quince años hemos vivido un entorno socio económico que victimiza al emprendedor, y ha dado categorías de virtud a la mediocridad.
Nuestros promotores hace muchos años que se concentraron en tomar como referencia para sus proyectos aquellos que habían sido más exitosos en el mercado y se han dedicado a escanearlos; desarrollan en busca de una demanda, que a lo mejor ya se cubrió. Tomemos como ejemplos los proyectos de mini locales, los cuales se vendieron, pero el proyecto está muerto y bien muerto para quienes invirtieron sus ahorros pensando en una rentabilidad.
Poco más o menos sucede en el área residencial, donde la demanda no ha hecho crisis por la escasez en la construcción, pero existe una cadena de proyectos todos iguales, sin ningún valor agregado que lo haga diferente. Carlos Muñoz de 4S de México, tienen una frase que lo dice todo: ”Los promotores que entiendan el cambio de visión que el futuro exige, tendrán oportunidad de conquistar mercados”.
Y esto es válido para los arquitectos y urbanistas, la proliferación de commodities inmobiliarios es impresionante; en mis clases de mercadeo del Programa de Formación Integral del Profesional Inmobiliario (FIPI), insisto en la búsqueda delvalor diferencial para el inmoproducto, pero sé que resulta difícil porque la gran mayoría (por no decir todos) son iguales, la competencia se reduce al precio y como todos quieren vender en la banda más alta, la demanda se cae, porque el cliente percibe que está pagando de demasiado por lo que recibe. El valor como factor esencial competitivo se ha perdido.
En el mercado de oficinas, nuestros arquitectos y promotores no se han dado un paseo para ver cómo el espacio de trabajo influye en la creatividad y productividad. Tenemos 50 años construyendo cubículos que han creado islas dentro de las empresas.
La nueva forma de trabajar exige nuevos escenarios. “Hoy se trabaja es espacios cerrado de uso común”, dice Carlos Muñoz de 4S y lo corrobora Oppenheimer “La idea de que la creatividad es algo relacionado con genios individuales, es un mito. La creatividad es un proceso social, aprendemos de la gente con la que compartimos y con la que colaboramos”.Los edificios de oficinas diseñados para los mileniales y para los nativos digitales, cuentan con cafeterías, restaurantes, salón de juegos, bar, salones de belleza, gimnasio y guardería. ¿Quién se atreve?
No toco el área financiera porque simplemente el financiamiento en Venezuela no existe, salvo excepciones para excepcionales, por lo que su muestra no valida resultados pero en el área financiera todo está por hacer.
Por supuesto, estos cambios y los que vendrán, obligan a crear nuevos sistemas de comercialización. El vendedor o la empresa de comercializadora, si continúan haciendo lo que hemos hecho durante los últimos 50 años, apoyándonos en campañas publicitarias masivas podemos ir recogiendo nuestros corotos… y a otra cosa mariposa.
La venta, hoy es personalizada, experiencial y apoyada en neuromarketing ¡Fin de mundo! diría mi nana Zoila.
¿Y tu que opinas?