Por: Erika Paz @erikapazr
Dicen que solo la inocencia puede alcanzar las puertas del Paraíso, esta afirmación se refiere a las almas que estén libres de pecado. Y vaya que cuesta eso. Se trata de una vida de misas, rosarios, actos de buena fe y aun así, nunca estaremos seguros de ir al cielo. Pues algo así significa para un venezolano de la clase trabajadora viajar al archipiélago de Los Roques. De esta forma me explica África Guerrero lo inalcanzable de las tarifas que se manejan en la actualidad para visitar uno de los lugares más hermosos de Venezuela y probablemente del mundo.
Ella llegó atraída hace más de quince años como muchos por el azul de este mar que se confunde en ocasiones con el del cielo, por la arena blanca que resplandece y esa sensación de libertad que aquí se experimenta; gerencia Piano y Papaya, una de las 61 posadas que hacen vida en esta tierra; una casa con buen servicio y cómodas instalaciones, pero estoy segura que lo que hace más agradable la visita a esta vivienda es la presencia de África para quien la palabra no, está fuera de su vocabulario, ella todo lo consigue, porque para vivir aquí se debe asumir el sí se puede como norma de vida.
Mientras caminábamos desde la pista de aterrizaje hasta las calles principales del Gran Roque, islote más poblado de este Parque Nacional, me contaba que los precios de los boletos, hoteles, comida y entretenimientos en el Archipiélago se encarecen por un factor que va más allá de la inflación o la aguda crisis que vive el país, pues, el destino siempre ha sido costoso.
Y es que no puede ser de otra forma, este conjunto de islas no produce mucho más que la gracia de hacerse colirio para los ojos del visitante, eso y los frutos del mar sustento de los pescadores; lo demás debe traerse de tierra firme, desde un alfiler hasta las bombonas de gas. Todo viaja en un barco que se demora lo que la gracia divina disponga, y llega como la misma decida que debe llegar, a veces ni llega, dice África con la actitud de quien ha adoptado el dicho aquel que reza que si del cielo te caen limones…
En medio de la conversa llegamos a Galápagos, la posada más grande de la isla, probablemente una de las de más completas. Nos recibe su dueña Paola Aguilar con jugo de papelón, y nos da un breve recorrido por los pasillos, la cocina en forma de kiosco en medio de un jardín, el comedor de grandes ventanales con vista a las calles de arena del pueblo y finalmente las habitaciones, amplias y llena de elementos que hacen que valga la pena el costo de la misma.
Paola encuesta a sus huéspedes antes de que estos lleguen, les pregunta si vienen con niños o en pareja, si se trata de un aniversario o viaje de amigos, esto le permitirá a ella ofrecer un servicio más allá de los amenities y preparar pequeñas sorpresas como la mía, una cama adornada con pétalos de flores, toallas en forma de corazón y velas con olor a coco por todo el cuarto. Me cuenta esta posadera que son cosas que le ayudan a compensar algunas de las incomodidades que en la actualidad pudiera vivir el visitante en el parque, como el tema del agua que ha hecho que las posadas decidan abrir sus puertas solo algunos días al mes para poder atender como se merece el turista. Ella compra el líquido en camiones cisternas cuyo costo encarece el precio de su alojamiento, la vida continúa en el edén…
En Los Roques se hacen como el cielo muchos milagros para que el turista viva su fantasía. Las posadas se esmeran siempre, pero sobre todo al momento de la cena como lo hace Antonio Palizzolo en su Posada Malibú, comienzo allí la velada con vino blanco y pan hecho en casa, para seguir con tres platos y un postre. Esto es parte del paquete que ofrece, que incluye los paseos por las playas de las que él se enamoró hace 25 años cuando llegó de Italia. Les pide a sus huéspedes dejarse sorprender y como no con Madrisquí o Francisquí y la belleza de Cayo de Agua, el cielo en la tierra…
La búsqueda de la felicidad en forma de mar no solo es tema de los turistas que viven su sueño de fin de semana, también lo es para quienes adoptaron esta como su forma de vida. Martha Álvarez quien tiene una de las tiendas de suvenires más coquetas del pueblo, comenzó con su madre en el negocio de las posadas, pero los años y el agotamiento la llevaron hacia un trabajo más tranquilo que le permitiera ir a la ciudad a llenarse de concreto de vez en cuando.
Me explica cuando la visito que no hay mucha diferencia entre el parque de ahora y el que conoció hace 15 años, porque dice que siempre han carecido de servicios, solo que sus habitantes esperaban evolucionar, no permanecer estancados. Pese a todo, para ella sigue siendo una fortuna poder caminar tranquila en las noches por el pueblo y llenarse de naturaleza cada vez que toma una lancha para disfrutar de un día de playa. ¿Qué si le ha costado vivir en el paraíso?, Martha sonríe y me contesta: “quien recibe las bendiciones de manera gratuita, vivir al lado de Dios cuesta y venir a visitarlo, también”.
ALGUNOS DATOS PARA VISITAR LOS ROQUES
Posada Galápagos: www.galapagos.com 0212-8338654 / Instagram: @posadagalapagos
Posada Piano y Papaya: www.losroques.com 0414-2810104 / Instagram: @losroquesvenezuela
Posada Malibú: www.posadamalibu.com 0424-2875334 / Instagram: @posadamalibu
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